El uniforme como alternativa slow fashion - Paolo Verzini Uniformi
Paolo Verzini Uniformi
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El uniforme como alternativa slow fashion

En la actualidad se ha llegado a reconocer el problema que ha creado el consumo rápido y excesivo de ropa en el mundo.

Cada vez más colecciones a precios accesibles salen al año, hemos pasado 2 a 12 colecciones anuales. Claramente ésta forma de consumo conlleva a que cada vez se tenga que producir mas ropa a más velocidad. A este fenómeno se le conoce como fast fashion, podemos ver como se manifiesta en 3 niveles diferentes: ambiental, laboral y de consumo.

Sucede que producir telas es un proceso que tiene fuerte impacto en el ambiente, más aún cuando en la actualidad se están produciendo grandes cantidades. Se estima que al año se han llegado a producir 62 millones de toneladas de ropa. La mayoría se producen con materias primas sintéticas como el poliéster, nylon o acrílico, que son derivados del petróleo, lo que implica que su proceso de biodegradación sea lento y por lo tanto muy contaminante.

Se puede optar por reciclar prendas, lo que es un proceso que actualmente se realiza, sin embargo, si tuviéramos prendas 100 % poliéster sería fácil reciclarlas y tener materia prima para nuevas prendas, lastimosamente las prendas no suelen ser 100% de un material único, sino que son una mezcla de hasta 3 materiales que complican el proceso de reciclaje debido a que extraer 3 materiales distintos complica demasiado el proceso, por lo cual, muchas veces se prefiere no reciclar y tirar a los basureros las prendas.

Aunque no todas las prendas se producen con estos materiales sintéticos, el algodón sigue siendo uno de los materiales tradicionales de la industria textil, y aún se tienen grandes plantaciones en el mundo que dan origen a este material. Sin embargo, la producción de algodón implica un gasto muy alto de agua, se estima que la industria textil es la segunda industria del mundo que más agua necesita, a la vez, el 20% de aguas residuales que se generan al año provienen de la industria textil, debido a que los químicos usados para teñir o estampar son vertidos al agua, afectando toda la cadena alimenticia, de la cual hacemos parte los humanos.

Pero el fast fashion no solo es un problema de contaminación, también se ha convertido en un problema laboral. No solo se necesitan grandes cantidades de materias primas para soportar esta forma de producción, también es necesario que exista una mano de obra que pueda procesar toda esta materia prima y pueda convertirla en las prendas que llegan a las tiendas de fast fashion.

Los países escogidos para modelo de producción han sido principalmente asiáticos como China, Camboya, India y Bangladesh. Estos países son conocidos por ofrecer mano de obra muy barata que además puede trabajar largas horas por la falta de regulación laboral existente en estos países. En estas fábricas de ropa se trabajan incesantes horas, los obreros son llevados sin importar su sexo o edad a lugares dónde es difícil incluso moverse, y las grandes industrias se benefician por muy poco dinero, logran tener siempre prendas nuevas en sus tiendas durante todo el año. Se estima que al menos el 55.4% de los productos textiles que circulan en el mundo vienen de algún país de estos.

La forma de consumo se ha visto afectada fuertemente en los últimos 20 años donde ha crecido en un 400% la cantidad de prendas que salen al mercado. Esto implica que una persona del común está comprando ropa nueva mucho más seguido que antes, se estima que estas prendas son usadas de 7 a 10 veces antes de ser desechadas, y cerca del 30% de las que se adquieren nunca se usan, el destino de ambas prendas es igualmente terminar en algún vertedero antes de que termine el año en que fueron adquiridas. Las grandes marcas han creado en el público la necesidad de estarse actualizando cada vez más rápido, y nutren sus tiendas constantemente de prendas que además por calidad no están hechas para durar mucho, pensando que una prenda debe ser usada al menos 30 veces para que sea justificable su impacto ambiental.

Pero no todo son malas noticias, muchas personas dentro de la industria textil son conscientes de este problema y han optado por otros modelos de producción a los que llaman slow fashion. Básicamente consiste en crear prendas de alta calidad y, por lo tanto, de más durabilidad, con materias primas que tiendan a ser mucho menos contaminantes, con empleados que trabajen bajo condiciones dignas laborales, es decir, cambiar el modelo de producción por uno más ético. También se entiende por slow fashion como un estilo de consumo por parte del público en el cual las personas buscan utilizar mas veces sus prendas al igual que reducir el consumo.

Pensemos que es normal encontrarnos algún día en un centro comercial y deslumbrarnos por las nuevas tendencias de moda que vemos en las distintas tiendas, eso en sí no es problemático, pero si consumimos desmedidamente lo es, es decir, al momento de encontrarnos con estas prendas a buenos precios deberíamos preguntarnos si es necesaria para mí, y si no tengo algún tipo de prenda similar en mi armario, si las respuestas son no y si, no deberíamos adquirir la nueva prenda.

Otra forma de consumo slow fashion es reutilizar la ropa. En este caso podemos encontrar 2 opciones, simplemente en vez de comprar ropa nueva darle uso a la que tenemos en el armario hasta que al menos haya cumplido su ciclo de vida, si nos parece monótona podemos probar nuevas combinaciones a veces tenemos más ropa de la que parece en nuestro armario. Existen accesorios que pueden darle nueva vida a una prenda o incluso si no te gusta puedas usar su tela para adherírsela a otra prenda, la creatividad en este caso es importante para hacer crecer tu vestuario sin comprar mas ropa.

Pero sin saberlo parte de la solución al consumo desmedido pudo estar siempre a dentro de la producción textil tradicional. Si bien tanto consumidores como productores tienen que desarrollar conciencia del problema que está generando el consumo desmedido de la fast fashion, dentro de las empresas ya hay una forma de vestimenta que puede generar gran ayuda al slow fashion, ya que fomenta disminuir el consumo de prendas y reutilizarlas, estamos hablando del uniforme.

Pensemos que un uniforme empresarial suele constar de 5 blusas, 2 sacos y 3 pantalones. Estas prendas suelen ser entregadas una vez al año y deben usarse al menos todo ese año, algunas veces algo mas de tiempo. Ahora si pensamos que deben usar el uniforme al menos 20 veces por mes aproximadamente 11 meses, veremos que las blusas se usan al menos 44 veces, los sacos 110 veces y los pantalones cerca de 74 veces. Es decir, estas prendas se están usando las suficientes veces para valer el impacto ambiental que causan, y se están reutilizando lo suficiente para promover el slow fashion.

Seamos sensatos los usan uniformes no suelen ser quienes compran estas prendas, éstos son parte de la dotación que le da la empresa a sus empleados, normalmente cualquier daño o reemplazo corre por parte del empleado, y lo último que quiere es gastar su sueldo en el uniforme para el trabajo. Por eso suelen ser prendas con las que se tiene cuidado para preservar su calidad al menos por un año, también hay que recalcar que es importante que la empresa que hace los uniformes use materiales de calidad.

También ayudan a bajar el consumo de prendas debido a que, si la persona no tiene que escoger su ropa para ir a trabajar, no tendrá el problema de adquirir ropa la mayor parte de la semana, si bien puede seguir consumiendo muchas prendas, el hecho de verse usando un uniforme la mayor parte de su vida diaria estimulará la reducción de consumo por parte de los compradores. Los uniformes de buena calidad y diseños modernos pueden ser parte del modelo de producción slow fashion y claramente nos ayudarán a reducir el impacto tan fuerte que está teniendo el modelo fast fashion sobre el mundo.

En la actualidad se ha llegado a reconocer el problema que ha creado el consumo rápido y excesivo de ropa en el mundo.

 

Cada vez más colecciones a precios accesibles salen al año, hemos pasado 2 a 12 colecciones anuales. Claramente ésta forma de consumo conlleva a que cada vez se tenga que producir mas ropa a más velocidad. A este fenómeno se le conoce como fast fashion, podemos ver como se manifiesta en 3 niveles diferentes: ambiental, laboral y de consumo.

Sucede que producir telas es un proceso que tiene fuerte impacto en el ambiente, más aún cuando en la actualidad se están produciendo grandes cantidades. Se estima que al año se han llegado a producir 62 millones de toneladas de ropa. La mayoría se producen con materias primas sintéticas como el poliéster, nylon o acrílico, que son derivados del petróleo, lo que implica que su proceso de biodegradación sea lento y por lo tanto muy contaminante.

Se puede optar por reciclar prendas, lo que es un proceso que actualmente se realiza, sin embargo, si tuviéramos prendas 100 % poliéster sería fácil reciclarlas y tener materia prima para nuevas prendas, lastimosamente las prendas no suelen ser 100% de un material único, sino que son una mezcla de hasta 3 materiales que complican el proceso de reciclaje debido a que extraer 3 materiales distintos complica demasiado el proceso, por lo cual, muchas veces se prefiere no reciclar y tirar a los basureros las prendas.

Aunque no todas las prendas se producen con estos materiales sintéticos, el algodón sigue siendo uno de los materiales tradicionales de la industria textil, y aún se tienen grandes plantaciones en el mundo que dan origen a este material. Sin embargo, la producción de algodón implica un gasto muy alto de agua, se estima que la industria textil es la segunda industria del mundo que más agua necesita, a la vez, el 20% de aguas residuales que se generan al año provienen de la industria textil, debido a que los químicos usados para teñir o estampar son vertidos al agua, afectando toda la cadena alimenticia, de la cual hacemos parte los humanos.

Pero el fast fashion no solo es un problema de contaminación, también se ha convertido en un problema laboral. No solo se necesitan grandes cantidades de materias primas para soportar esta forma de producción, también es necesario que exista una mano de obra que pueda procesar toda esta materia prima y pueda convertirla en las prendas que llegan a las tiendas de fast fashion.

Los países escogidos para modelo de producción han sido principalmente asiáticos como China, Camboya, India y Bangladesh. Estos países son conocidos por ofrecer mano de obra muy barata que además puede trabajar largas horas por la falta de regulación laboral existente en estos países. En estas fábricas de ropa se trabajan incesantes horas, los obreros son llevados sin importar su sexo o edad a lugares dónde es difícil incluso moverse, y las grandes industrias se benefician por muy poco dinero, logran tener siempre prendas nuevas en sus tiendas durante todo el año. Se estima que al menos el 55.4% de los productos textiles que circulan en el mundo vienen de algún país de estos.

La forma de consumo se ha visto afectada fuertemente en los últimos 20 años donde ha crecido en un 400% la cantidad de prendas que salen al mercado. Esto implica que una persona del común está comprando ropa nueva mucho más seguido que antes, se estima que estas prendas son usadas de 7 a 10 veces antes de ser desechadas, y cerca del 30% de las que se adquieren nunca se usan, el destino de ambas prendas es igualmente terminar en algún vertedero antes de que termine el año en que fueron adquiridas. Las grandes marcas han creado en el público la necesidad de estarse actualizando cada vez más rápido, y nutren sus tiendas constantemente de prendas que además por calidad no están hechas para durar mucho, pensando que una prenda debe ser usada al menos 30 veces para que sea justificable su impacto ambiental.

Pero no todo son malas noticias, muchas personas dentro de la industria textil son conscientes de este problema y han optado por otros modelos de producción a los que llaman slow fashion. Básicamente consiste en crear prendas de alta calidad y, por lo tanto, de más durabilidad, con materias primas que tiendan a ser mucho menos contaminantes, con empleados que trabajen bajo condiciones dignas laborales, es decir, cambiar el modelo de producción por uno más ético. También se entiende por slow fashion como un estilo de consumo por parte del público en el cual las personas buscan utilizar mas veces sus prendas al igual que reducir el consumo.

Pensemos que es normal encontrarnos algún día en un centro comercial y deslumbrarnos por las nuevas tendencias de moda que vemos en las distintas tiendas, eso en sí no es problemático, pero si consumimos desmedidamente lo es, es decir, al momento de encontrarnos con estas prendas a buenos precios deberíamos preguntarnos si es necesaria para mí, y si no tengo algún tipo de prenda similar en mi armario, si las respuestas son no y si, no deberíamos adquirir la nueva prenda.

Otra forma de consumo slow fashion es reutilizar la ropa. En este caso podemos encontrar 2 opciones, simplemente en vez de comprar ropa nueva darle uso a la que tenemos en el armario hasta que al menos haya cumplido su ciclo de vida, si nos parece monótona podemos probar nuevas combinaciones a veces tenemos más ropa de la que parece en nuestro armario. Existen accesorios que pueden darle nueva vida a una prenda o incluso si no te gusta puedas usar su tela para adherírsela a otra prenda, la creatividad en este caso es importante para hacer crecer tu vestuario sin comprar mas ropa.

Pero sin saberlo parte de la solución al consumo desmedido pudo estar siempre a dentro de la producción textil tradicional. Si bien tanto consumidores como productores tienen que desarrollar conciencia del problema que está generando el consumo desmedido de la fast fashion, dentro de las empresas ya hay una forma de vestimenta que puede generar gran ayuda al slow fashion, ya que fomenta disminuir el consumo de prendas y reutilizarlas, estamos hablando del uniforme.

Pensemos que un uniforme empresarial suele constar de 5 blusas, 2 sacos y 3 pantalones. Estas prendas suelen ser entregadas una vez al año y deben usarse al menos todo ese año, algunas veces algo mas de tiempo. Ahora si pensamos que deben usar el uniforme al menos 20 veces por mes aproximadamente 11 meses, veremos que las blusas se usan al menos 44 veces, los sacos 110 veces y los pantalones cerca de 74 veces. Es decir, estas prendas se están usando las suficientes veces para valer el impacto ambiental que causan, y se están reutilizando lo suficiente para promover el slow fashion.

Seamos sensatos los que usan uniformes no suelen ser quienes compran estas prendas, éstos son parte de la dotación que le da la empresa a sus empleados, normalmente cualquier daño o reemplazo corre por parte del empleado, y lo último que quiere es gastar su sueldo en el uniforme para el trabajo. Por eso suelen ser prendas con las que se tiene cuidado para preservar su calidad al menos por un año, también hay que recalcar que es importante que la empresa que hace los uniformes use materiales de calidad.

También ayudan a bajar el consumo de prendas debido a que, si la persona no tiene que escoger su ropa para ir a trabajar, no tendrá el problema de adquirir ropa la mayor parte de la semana, si bien puede seguir consumiendo muchas prendas, el hecho de verse usando un uniforme la mayor parte de su vida diaria estimulará la reducción de consumo por parte de los compradores. Los uniformes de buena calidad y diseños modernos pueden ser parte del modelo de producción slow fashion y claramente nos ayudarán a reducir el impacto tan fuerte que está teniendo el modelo fast fashion sobre el mundo.

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